Como muchas ciudades fronterizas, Ciudad Juárez se ufana de recibir a gente proveniente de fuera. La vibrante comunidad, ubicada en el norte de México, en la frontera con El Paso, Texas, ha vivido distintas oleadas migratorias.
Algunos llegaron atraídos por la promesa de un trabajo en una maquiladora. Otros van de paso, con la esperanza de cruzar al otro lado. Últimamente, quienes están en tránsito se quedan un poco más.
Algunos, sin quererlo, terminan sus días en la ciudad. Así sucedió la semana pasada cuando hombres migrantes murieron al incendiarse un centro de detención operado por el Instituto Nacional de Migración de México. El lunes, la cifra ascendió a 40 fallecidos.
La tragedia adquirió particular urgencia al difundirse un video que parece mostrar cómo unas personas uniformadas se alejan del lugar en llamas mientras quedaban otras tras las rejas. Las víctimas eran de Centro y Sudamérica, estaban en detención temporal y, según el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, protestaban porque se habían enterado de que serían deportadas.
Además, semanas antes, organizaciones de derechos humanos habían expresado su preocupación por los operativos que estaban llevando a cabo las autoridades en la ciudad y por el trato otorgado a las personas migrantes.
Desde el año pasado, la situación en la frontera se ha visto desbordada debido a varios cambios en la política migratoria del presidente estadounidense, Joe Biden. Nuestros colegas Miriam Jordan y Edgar Sandoval reportan también que México ha aceptado recibir cada vez más migrantes que son rechazados en EE. UU. o que esperan a ser procesados por las autoridades de ese país.
“Lo que tenemos en Tijuana y otras ciudades fronterizas de México es un cuello de botella”, comentó en su nota el director de la oficina de servicios migratorios de la ciudad de Tijuana, al otro lado de la frontera de San Diego. “Miles de migrantes están esperando la oportunidad de ingresar a Estados Unidos, y siguen llegando más”.
Mientras tanto, las autoridades mexicanas están investigando las muertes como un homicidio. Dos días después del siniestro, el gobierno informó que había identificado a varias personas, entre ellas agentes del Estado y guardias privados de seguridad, que no habían ayudado a que los hombres detenidos escaparan. Y, para el final de la semana, había cinco personas arrrestadas, incluido un hombre migrante que se creía era responsable de iniciar el incendio.
El lunes, en su conferencia de prensa, el presidente López Obrador comentó que la fiscalía investigaba con la recomendación “de que no haya impunidad para nadie”.
A una semana del siniestro, las autoridades aún no habían brindado toda la información sobre las víctimas.
“Quiero saber qué pasó con mi hermano”, dijo Abel Manuel Maldonado Pérez, un hombre venezolano de 28 años que recorría Ciudad Juárez en busca del cuerpo de su familiar, uno de los fallecidos en el incendio. “Por favor, se los pido de verdad, dennos información”.
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Rincón de los lectores: canciones para bailar
Esto nos escribió Isabel Navia desde La Paz, Bolivia:
Leer “Cuando la edad adulta era divertida” me hizo notar que, aunque soy una adulta bastante seria y poco fiestera, hay canciones que sacan algo de mí que pocas veces se anima a salir. Canciones como “Paisajes” de Vicentico, “Human”, de Rod Stewart, activan algo que me hace subir el volumen, levantarme de la silla y bailar y cantar, disfrutando cada segundo de esas piezas. Será la melodía, será lo que dicen sus letras, serán las voces o la suma de todo eso, pero algo hay que logran un poco de magia. La música tiene eso: nos da emoción, sensaciones y maravillosas vibraciones.
Y estas son otras canciones que nuestros lectores encuentran irresistibles:
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“Somos”, de Raphael — Juan José Santos Aguado.
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“Un montón de estrellas”, de Polo Montañez —Hugo Sosa-Ferreyra.
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“Persiana americana”, de Soda Stereo —Verónica Godoy.
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“My Way”, de Frank Sinatra —Guillermo Mejía.
—Patricia Nieto y Sabrina Duque producen y editan este boletín.
Volveremos el viernes. Si te gustó este boletín, compártelo con tus amigos, colegas y seres queridos (y no tan queridos). Y por favor, cuéntanos qué te parece.