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Todo lo que siempre quisiste preguntarle a una azafata

Puesto que soy una auxiliar de vuelo que lleva 20 años en activo, es fácil dar por sentado mis conocimientos sobre los viajes, los consejitos y trucos que hacen que el viaje sea más llevadero.

No obstante, después de ver que tantos pasajeros se perdieron eventos importantes este verano debido a las cancelaciones y los retrasos de las aerolíneas, supe que tenía que empezar a compartir esos conocimientos. El mes pasado, ofrecí nueve consejos para sobrevivir a los viajes de la actualidad, y me sorprendió la respuesta positiva y los miles de comentarios de los lectores.

Tras la publicación del artículo, invité a los lectores a hacer más preguntas y recibí cientos de ellas. Sé que, para algunos de ustedes, mi trabajo es extraño y misterioso. Fue divertido enterarme de lo que se preguntan, desde cómo nos vemos tan frescos después de vuelos muy largos (la iluminación tenue) hasta si debes beber el café del avión (yo no lo hago, pero la mayoría de mis colegas sí).

A continuación, presento mis respuestas a una selección de sus preguntas, algunas de las cuales fueron editadas ligeramente por motivos de longitud y claridad. Espero que las disfruten.

Queremos que lo expresen. Quienes se sientan en esa fila tienen una tarea muy importante y tenemos que poder confiar en las personas que se sientan ahí. Nosotros les preguntamos a todos los pasajeros de la fila si están dispuestos a colaborar en caso de evacuación y si tienen la capacidad para hacerlo, y es perfectamente comprensible que no estén dispuestos. No pasa nada malo; pueden cambiarse a cualquier otro asiento libre o le pedimos a alguien que cambie de asiento con ustedes. Siempre hay alguien que prefiere la salida de emergencia a fin de tener más espacio para las piernas.

Reconocernos como personas y no tratarnos como si fuéramos parte del mobiliario de la aeronave es un gran avance. Es muy desalentador darles la bienvenida a las personas a bordo y que nos ignoren sin responder. Que sonrían y pidan las cosas por favor o que den las gracias siempre nos levanta el ánimo. Es difícil mantener esa sonrisa perfecta de azafata cuando todo el mundo nos mira mal.

No hay que tocar a los auxiliares de vuelo. Es un tema de sentido común, pero de alguna manera no lo entienden. No nos gusta que nos piquen con los dedos, que nos toquen o nos agarren.

La falta de educación en el uso de audífonos me vuelve loca. No hay nada más molesto que intentar hablar con alguien que me está mirando a los ojos, y que no le importe lo suficiente como para poner en pausa su película o quitarse los audífonos. Lo curioso es que por lo general les estoy preguntando qué desean beber o comer. Tengo la cortesía de preguntarles tres veces. Si no obtengo respuesta, avanzo al siguiente pasajero. Esto es lo peor: unas tres filas más tarde, esa misma persona hace sonar su botón de llamada y pregunta por qué no le dimos una bebida.

Sí. No hay un apretón de manos secreto, simplemente saludamos y decimos dónde estamos sentados. No recibimos un trato especial, aparte de que quizá hagamos un nuevo amigo o nos den una lata entera de refresco. Por cortesía, avisamos a la tripulación en caso de que haya una emergencia a bordo, para que sepan a dónde dirigirse si necesitan una mano extra.

En primer lugar, y lo más importante: tu hijo va a sentir tus nervios. Si estás estresada, él estará estresado. Haz que el vuelo sea lo más emocionante posible para los niños con antelación. Ponles ropa nueva especial para el avión, o compra un libro nuevo o una caja de lápices de colores. Deja que usen las pantallas todo el tiempo que quieran. Descarga y vean películas o series nuevas. Practiquen el uso de los audífonos antes del vuelo para que sepan cómo funcionan. Déjalos que lleven su propio “equipaje de mano”, con actividades nuevas para el avión. Dales permiso de comer o beber algo que no siempre se les permite, como una galleta, papitas o un refresco pequeño. No siempre tenemos, pero puedes pedirle a la tripulación unas alitas de plástico y avisarnos si es su primer vuelo.

Lleva el equipaje de mano lo más ligero posible y documenta el resto. Empaca algunos pañales, una muda de ropa, algunos tentempiés y cualquier medicamento que necesites. También nos gusta cuando llevan sillas para el auto. Sé que pesan y son difíciles de transportar, pero la mayoría de las veces los niños pequeños se sienten más cómodos porque es algo que ya conocen y los eleva en el asiento para poder mirar por la ventana. Nos gustan porque son más seguras. Por último, no está de más dejar que agoten su energía en el aeropuerto antes del vuelo.

No hay nada que pueda decir para calmar tus nervios después de haber perdido amigos ese día. Todos perdimos algo, pero para ti fue algo personal. Es mucho más profundo que un miedo irracional a volar. Todos tenemos ansiedad por volar, aunque no tengamos miedo de verdad. No estás solo.

Los demás pasajeros pueden sumarse a todo eso, pero, en su mayor parte, si te ocupas de tus propios asuntos, los demás no deberían molestarte. Las dificultades legítimas con los pasajeros son realmente escasas. A mí tampoco me gusta volar como pasajera; estar rodeada de gente en mi día libre me provoca una leve ansiedad. Así que te entiendo. Cuando viajo como pasajera, he empezado a llevar auriculares con cancelación de ruido y mi tableta cargada de películas o programas. Empiezo a ver algo en cuanto me siento y hago como si estuviera en el salón de mi casa. Enseguida estoy absorta en mi programa.

Si estás sentado junto a alguien que te causa ansiedad, existe la posibilidad de que un tripulante te cambie de sitio si el vuelo no está lleno. También es perfectamente razonable preguntar a un agente de la puerta de embarque si puedes sentarte junto a una ventana o un pasillo antes de embarcar. Un vaso de vino también puede ayudar a relajarse y disfrutar del vuelo.

No, no suelo tener miedo. Pero de vez en cuando algo me sobresalta. Conozco todos los sonidos y sensaciones de mi avión, y cuando oigo algo que no está bien me pongo nerviosa. Si es necesario, llamo a los pilotos y les comunico lo que he oído, y ellos lo comprueban.

Siempre prefiero volar que manejar. Conducir para ir y volver del trabajo es la parte más aterradora de mi semana. Me gusta estar en el cielo mirando hacia abajo. ¡El mundo parece tan tranquilo desde arriba! La ventana de mi oficina es un agradable respiro de un mundo loco de tráfico y caos. Intenta pensar en eso. Parte de nuestro miedo a volar es la falta de control: tenemos que depositar nuestra confianza en dos personas que no conocemos ni podemos ver. Han pasado por mucho entrenamiento para ganarse esa responsabilidad. Lo damos por sentado, pero volar es realmente una maravilla. Intenta ignorar lo demás y disfruta de poder viajar a algún lugar en unas pocas horas, en comparación con las semanas o meses que habrían tardado nuestros antepasados.

Que nuestro trabajo en el avión está relacionado con el servicio al cliente. En realidad, estamos ahí por seguridad. Antes de la Segunda Guerra Mundial, las azafatas eran enfermeras tituladas. El requisito de ser enfermera terminó durante la guerra porque las enfermeras dejaron de volar para unirse a las acciones bélicas. Ahora nos dan una capacitación intensiva para aprender a usar todo el equipo de seguridad abordo y saber dónde se ubica en cada aeronave. Nos capacitan en habilidades básicas de primeros auxilios, como la resucitación cardiopulmonar. Aprendemos a evacuar una aeronave en 90 segundos o menos en caso de un aterrizaje de emergencia o un amarizaje. También aprendemos a combatir incendios, a tratar las amenazas a la seguridad y a pasajeros indisciplinados.

La segunda idea errónea más importante es que nuestro trabajo es glamuroso. Nuestros días son muy largos y nuestras noches cortas. En ocasiones estamos tan cansados que, en lugar de disfrutar de nuestras escalas largas haciendo turismo, las pasamos en habitaciones de hotel en pijama viendo películas. Sin embargo, algunas noches son increíbles. La parte más loca es que una noche puedo estar sentada junto al mar, bebiendo prosecco con marisco fresco y la siguiente puedo estar comiendo un sándwich de hace cuatro días en la cocinita, junto a un baño, mientras alguien hace yoga enfrente de mí. Ser auxiliar de vuelo es mucho más que un trabajo; cambia todo tu estilo de vida, pero no me dedicaría a otra cosa.


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