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¿Vasectomía para pavorreales? Un suburbio de Miami quiere intentarlo

La principal teoría para explicar por qué los pavorreales se instalaron en el suburbio de Pinecrest es que, al igual que muchos otros lugareños, andaban en busca de una mejor inversión inmobiliaria.

Estas aves no nativas de la zona ya desde hace tiempo son un elemento común en el ambiente bohemio del cercano Coconut Grove en Miami y comenzaron a mudarse más al sur en años recientes. Las autoridades locales creen que esta mudanza se debe a que las antiguas casas de Grove se han convertido en inmensas casas modernas y le robaron a la zona parte de su abundante dosel arbóreo. En la adinerada comunidad de Pinecrest, los pavorreales encontraron lotes más amplios y con suficiente vegetación que les gustan más.

Por desgracia, a los nuevos vecinos humanos no les gustó tanto que llegaran las aves. Los pavorreales han dañado el techo de varias mansiones, picoteado la pintura de autos de lujo y defecado en entradas para autos bien cuidadas. Sus agudos graznidos (“aa-AAH! aa-AAH”) por lo regular despiertan a los vecinos antes del amanecer.

Así que Pinecrest ideó un novedoso plan: la vasectomía de pavorreales.

La idea es que si se le hace la vasectomía a un pavorreal macho, ya no podrá fertilizar los huevos de las hembras de su harén.

“Los pavorreales son polígamos de verdad”, explicó Don J. Harris, el veterinario contratado por Pinecrest para encargarse del procedimiento. “Por cada macho que capturemos, quizá logremos impedir que siete hembras se reproduzcan. El beneficio será exponencial”.

Nadie sabe si el programa piloto de Pinecrest funcionará o qué tan bien lo hará. Pero en la zona calurosa del sur de Florida, donde a la gente no le queda más remedio que coexistir con la fauna salvaje, ya sea nativa (lagartos, tiburones) o invasiva (pitones, iguanas), es una nueva opción para intentar lidiar con un viejo problema.

“Claro que no me gustaría matarlos… Ni Dios lo quiera”, comentó Gerald Greenberg, quien tiene un roble en el jardín del frente de su casa en el que viven siete pavorreales. Pero, añadió, “tenemos que hacer algo”.

Florida es un caso excepcional, según explicó Ron Magill, director de comunicaciones de Zoo Miami, porque en el resto del país el invierno prácticamente mata a la mayoría de las especies exóticas.

“Cuando esos animales se instalan aquí, en el sur de Florida, es como si entraran al Club Med”, dijo haciendo alusión al resort de vacaciones todo incluído. “Es el paraíso”.

Los pavorreales iridiscentes han deambulado por algunos de los barrios del área metropolitana de Miami desde hace décadas sin que se haya llegado a ningún consenso sobre las medidas que deben adoptar al respecto. Sus defensores los consideran majestuosos y hermosos. Sus críticos los ven como una molestia constante.

En 2001, cuando la población de pavorreales era mucho menor, el condado de Miami-Dade declaró ilícito matarlos o capturarlos, con la excepción de que los residentes podían retirarlos de su casa sin causarles daño. Muchos municipios, incluido Miami, son santuarios de pájaros.

Así que todos estos años, cuando los vecinos se quejaban de que los pavorreales los estaban volviendo locos, las autoridades locales defendían a las aves. Después de todo, Miami es una ciudad en la que se ven gallinas y gallos por algunas calles, y desde la pandemia han proliferado en las inmediaciones del tribunal federal y otros edificios del centro.

Pero el año pasado, cuando más comunidades comenzaron a quejarse de los destrozos causados por los pavorreales en sus casas, una comisión del condado decidió, por votación dividida, permitir que las autoridades municipales presentaran “planes de mitigación de pavorreales”. Pinecrest, que tiene una población aproximada de 18.000 habitantes, fue el primer poblado en hacerlo con su plan de vasectomía, que fue autorizado por los comisionados del condado el mes pasado.

La oficina de Raquel Regalado, comisionada a cargo del distrito que incluye Pinecrest, accedió a invertir alrededor de 15.000 dólares en equipo veterinario para realizar las vasectomías. Pinecrest asignó un presupuesto de 7500 dólares mensuales a la implementación del plan.

Las vasectomías permitirán a los pavorreales comportarse como machos dominantes, desplegar su impresionante plumaje y tener su harén, aunque ya no puedan fertilizar huevos. El problema es que capturar a los pavorreales, que tienen picos y garras filosos, no es nada fácil. Además, si bien las vasectomías aviarias endoscópicas (en que se corta el conducto deferente) son menos complicadas que la castración (en la que se retiran los testículos), el procedimiento no deja de ser una cirugía.

Jim Wellehan, profesor de medicina zoológica en la Universidad de Florida, recuerda haber realizado gonadectomías endoscópicas en una institución zoológica hace varios años para controlar la población de patos de collar (ánade real). “Al principio, hubo muchos problemas y fue difícil”, relató. “Pero después de un tiempo, hicimos los ajustes adecuados”.

“Para ser honestos, es difícil justificar el gasto de los programas de captura y liberación”, señaló. Pero por lo regular, la gente no está dispuesta a sacrificar a los animales.

Este año, el sacrificio de unos agresivos patos criollos en Palmetto Bay, al sur de Pinecrest, causó tal indignación que algunos residentes organizaron una vigilia por los difuntos.

No ha habido ningún despliegue de afecto similar para los pavorreales de Pinecrest, aunque Shannon del Prado, quien propuso el programa en el ayuntamiento, indicó que algunas personas escribieron para pedir que dejen en paz a las aves.

Comentó que alguien le dijo: “‘Intentan erradicar a los pavorreales’. Pero lo cierto es que no es así. Tengo una gata rescatada, pero está esterilizada”.

Otros reaccionaron como David O. Markus, residente de Pinecrest desde hace tiempo, quien considera a los pavorreales una “plaga”. Un pavorreal atacó su auto Tesla y lo dejó rayado (se cree que los machos ven su reflejo en la pintura y, por error, creen que se trata de un rival, por lo que atacan con el pico).

Greenberg, abogado, contó que algunas veces durante una llamada por Zoom, se había escuchado el graznido chillante de un pavorreal.

“La gente de otras partes del país hace una pausa en la conversación para preguntarme qué es ese ruido”, dijo. “Entonces, les explico que, así como ellos tienen palomas, nosotros tenemos pavorreales”.

Patricia Mazzei es la jefa de la corresponsalía en Miami, que cubre Florida y Puerto Rico. Escribe sobre noticias de última hora, política, catástrofes y las peculiaridades de la vida en el sur de Florida. Se unió al Times en 2017, tras una década en The Miami Herald. Más sobre Patricia Mazzei


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