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El gran retrato de Donald Trump que desapareció misteriosamente

Para este artista, que creció en El Salvador pobre y sin formación académica, era el encargo de su vida: pintar un retrato del 45º presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

¿Su misión personal? Que resultara exuberante, para mostrar a un gran hombre haciendo grandes cosas, con Dios de su lado. Ahora, los demócratas quieren saber dónde se encuentra el retrato de dos metros y medio del expresidente, pero eso solo puede especularse.

Ahora, casi tres años después de que el cuadro fuera entregado a Trump, el artista dice sentirse honrado de que la obra sea uno de los regalos hechos al exmandatario y a su familia durante su presidencia cuyo paradero se desconoce, según un informe publicado este viernes por los demócratas del Comité de Supervisión y Rendición de Cuentas de la Cámara de Representantes.

“Me siento halagado porque la valuó. Porque es un hombre multimillonario”, dijo el artista, Francisco Antonio López Benavides. “Puede tener mil pinturas de él. Pero si tomó mi pintura es porque a él le encanta y valoró el arte de verdad. Estoy feliz”.

Otros regalos desaparecidos incluyen una pieza de joyería ornamentada regalada por funcionarios de Arabia Saudita y un costoso putter de golf de Shinzo Abe, según el informe.

El retrato es uno de alrededor de 100 obsequios con valor de más de 250.000 dólares que le fueron entregados a la familia presidencial pero que nunca se comunicaron, según el informe de los demócratas.

Todos los departamentos y agencias del gobierno de Estados Unidos deben notificar al Departamento de Estado de los regalos recibidos de gobiernos extranjeros con valor superior a 415 dólares, una medida para evitar los sobornos o la influencia indebida. Los funcionarios pueden quedarse con dichos regalos si reembolsan al gobierno el valor del avalúo.

Se espera que las gestiones presidenciales salientes reporten de los obsequios recibidos en su último año para asegurarse de que han cumplido con la ley. La Casa Blanca de Trump no lo hizo, alega el informe, lo que ha suscitado que demócratas y organizaciones de vigilancia planteen cuestionamientos sobre su paradero.

López dijo que no entiende por qué los demócratas buscan el cuadro, un “gran regalo” de Nayib Bukele, el presidente de El Salvador, amigo de Trump.

Para López, si un amigo te da un regalo, ese regalo es tuyo.

Cuando Bukele asumió el cargo en 2019, fue apodado el “Trump salvadoreño” por su proclividad a lanzar campañas negativas en las redes sociales contra sus adversarios y por una actitud polémica que ha despertado la admiración de millones de salvadoreños. Bukele es uno de los líderes más populares del mundo, con un índice de aprobación cercano al 85 por ciento, casi cuatro años después del inicio de su presidencia, a pesar de lo que los críticos advierten como tendencias autocráticas en ciernes.

La personalidad del líder salvadoreño es lo que lo atrajo, dice López, y decidió pintar a Bukele mientras hacía campaña para las elecciones presidenciales de 2018, un año antes de que asumió el cargo. El retrato fue su regalo para Bukele, pagado de su propio bolsillo, y cuando se lo entregó al presidente salvadoreño justo después de su toma de posesión, se hicieron amigos rápidamente.

En 1997, López ya había recibido del presidente salvadoreño de aquel entonces el encargo de pintar a Bill y Hillary Clinton. También hizo un retrato del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, a pedido de Bukele.

A medida que se acercaban las elecciones estadounidenses de 2020, el presidente de El Salvador encargó a López que pintara a Trump. Según López, el encargo era sencillo, sin exigencias específicas.

Pero para el artista, el cuadro tenía que ser exuberante: mide unos dos metros y medio con el marco, dijo López.

Tenía que “representar la grandeza de Donald Trump, ¿entiende?”, dijo López. “Esa fue mi intención de hacer ese tamaño, de plasmar en mi obra la grandeza de ese hombre”.

Antes de empezar, López pidió a su esposa que buscara varias fotos de Trump, combinando distintos rasgos de varias imágenes para crear el retrato.

Empezó por la oreja de Trump, la derecha, luego las arrugas alrededor de los ojos y su clásica sonrisa, casi pícara (tomada de su retrato presidencial).

¿Y la Biblia que se ve en el escritorio de Trump en el retrato?

Está inspirada en la misma que Trump sostuvo en junio de 2020, cuando la policía y la Guardia Nacional dispersaron violentamente a miles de manifestantes que se habían congregado afuera de la Casa Blanca para manifestarse contra la brutalidad policial, de modo que el presidente pudiera dirigirse a la iglesia de St. John —justo enfrente de la Casa Blanca— para una sesión fotográfica.

“¿Es esa su Biblia?”, le gritó un reportero en ese momento.

“Es una Biblia”, respondió Trump, antes de alzar el libro para una foto de la que sus seguidores —muchos cristianos evangélicos, como el propio López— hablaron durante meses, a pesar de que el presidente no era conocido como asiduo a la iglesia.

A López no le importaba si era la Biblia de Trump o simplemente “una Biblia”. Para él, Trump era un gran hombre, que tiene a Dios de su parte. Así que puso una Biblia en el retrato, justo en el escritorio de Trump en el Despacho Oval.

Pintar el retrato le tomó unos cinco meses, dijo López, y fue entregado a la Casa Blanca en otoño de 2020, justo después de que Trump perdió las elecciones presidenciales.

El retrato fue entregado a la residencia en San Salvador de Ronald Douglas Johnson, entonces embajador de Estados Unidos en El Salvador, antes de que el Departamento de Estado lo enviara finalmente a la Casa Blanca.

“La atención al detalle en la pintura era absolutamente increíble, las páginas raídas de la Biblia, simplemente hermosas”, dijo Johnson en una entrevista.

Él y el personal de la embajada a menudo miraban el retrato, dijo, antes de que fuera entregado a Trump semanas más tarde.

“Cuando nos lo entregaron alguien dijo: ‘Es de tamaño natural’”, relató Johnson. “Pero cuanto más lo mirábamos, decidimos que no, que era más grande que eso. Es realmente sobrenatural”.

Johnson estaba visitando a Trump en su residencia de Mar-a-Lago el pasado viernes cuando volvió a surgir el tema del retrato.

“Hablamos de lo bonito que era, eso fue todo, muy sencillo”, dijo Johnson.

¿Sabe dónde está el cuadro? Los demócratas lo quieren.

“No tengo ni idea”, dijo. “No tenía ni idea de todo este escándalo hasta que hablé por teléfono contigo”.

Maria Abi-Habib es corresponsal de investigación con sede en Ciudad de México y cubre América Latina. Anteriormente ha reportado desde Afganistán, todo Medio Oriente e India, donde cubrió el sur de Asia. @abihabib

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