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Para entender el nuevo extremismo, hay que mirar a la historia

Ziblatt mencionó que, por el contrario, el partido conservador nacional de Alemania de principios del siglo XX, se desarrolló como una “fusión de las fuerzas de la derecha”, sobre todo en el periodo de Weimar. Con el tiempo, fue absorbido por los nacionalistas de derecha que al final permitieron el ascenso de los nazis. Uno de los dirigentes del partido formaba parte del gabinete cuando Hitler llegó al poder.

Como esas fusiones tienden a originar negociaciones débilmente institucionalizadas entre las facciones, en vez de instituciones centrales fuertes, “este tipo de partidos suelen ser propensos a la radicalización”, explicó Ziblatt.

A primera vista, quizás parezca que esa no es la historia del Partido Republicano estadounidense. Después de todo, lleva existiendo más de un siglo; fue el partido de Lincoln; su sobrenombre es Gran Viejo Partido.

Pero si analizamos un más en detalle el desarrollo del Partido Republicano desde la década de 1960, el panorama es muy diferente. De hecho, durante gran parte del siglo XX, el Partido Republicano del sur no existía de ningún modo importante. Durante la era de Jim Crow, los estados del sur eran gestionados por el Partido Demócrata como regímenes segregacionistas de un solo partido.

Además de eliminar el derecho al voto de los estadounidenses negros y limitarlo mucho para los electores blancos cuyas preferencias no convenían a las élites gobernantes, los demócratas del sur usaban restricciones jurídicas y hostigamientos extrajudiciales para reprimir a los partidos de oposición, escribió Robert Mickey, un politólogo de la Universidad de Míchigan, en su libro Paths out of Dixie: The Democratization of Authoritarian Enclaves in the American South, 1944-1972.

El resultado fue que el Partido Republicano prácticamente no contaba con una infraestructura institucional ni una base de electores en el “Sur Sólido” de los demócratas. Cuando, finalmente, gracias a la Ley de Derechos Civiles y la Ley de Derecho al Voto, las elecciones competitivas se extendieron a esa región, los republicanos tuvieron que construir partidos estatales a partir de cero.

Una de las formas más exitosas de hacer eso fue mediante las fusiones con los contingentes disidentes de los políticos segregacionistas del Partido Demócrata, comentó Angie Maxwell, directora del Centro de Política y Sociedad del Sur Diane D. Blair de la Universidad de Arkansas, y coautora de The Long Southern Strategy: How Chasing Votes in the White South Changed American Politics.

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