El domingo por la noche sucedió el desfile de moda más visto de la Semana de la Moda de Nueva York, pero en Arizona.
Me refiero, por supuesto, al espectáculo de medio tiempo del Super Bowl de Rihanna, una extravagancia de 13 minutos de color carmesí y una manera de revelar su embarazo con un mono con pantalones cargo, una chaqueta amplia y una pechera rígida de piel que probablemente marcará las tendencias de la moda de maternidad para la próxima década.
Si, durante su primer embarazo, el estilo de Rihanna se definía en gran medida por lo que no usaba (cualquier cosa que ocultara su barriga), en el State Farm Stadium estuvo casi completamente tapada. A menudo, la cantante y empresaria ha utilizado la moda como una herramienta para subrayar quién tiene el control sobre su cuerpo, y forzar la confrontación con la corporeidad. El domingo volvió a redefinir esos términos.
Vestida de rojo, de los pies hasta la cabeza, brillaba intensamente. Si no era un diamante, definitivamente lucía como un rubí: específicamente como el anillo Bayco de 19.47 quilates que tenía en una mano. O como una especie de diosa de la fertilidad de vanguardia, empapada en un color con todo tipo de asociaciones potentes relacionadas con el cuerpo femenino, especialmente con el cuerpo femenino embarazado. (También con el Día de San Valentín, claro, pero ella suele pensar de manera mucho más ambiciosa que en un momento Hallmark). Mostró una imagen que se podía ver desde los confines más lejanos del estadio de fútbol.
(También ayudó que todos sus bailarines formaran un mar de sudaderas con capucha blancas).
Incluso antes de que se conociera la noticia del bebé, lo que Rihanna usaría para su primer gran momento en un escenario público desde 2018 había generado tanta expectativa que en la mañana del espectáculo, no una, sino dos marcas diferentes me dijeron confidencialmente que usaría atuendos suyos, hechos a la medida para el evento, aunque al final lució una sorpresa de último momento.
Eso es poder. Si había dos, probablemente había más atuendos. (¿Quién sabe cuántos?) Incluso los nominados al Oscar no tienen tantas marcas dispuestas a apostar por la posibilidad de que una celebridad las escoja. El sentido de esa estrategia es que la recompensa potencial vale la pena todo el riesgo.
Al final, escogió a Loewe, cuyo diseñador, Jonathan Anderson, creó la pechera surrealista de cuero que usó sobre su body y debajo del mono (que simboliza el vuelo, según la marca), complementado con broches de diamantes y dejando abierto el torso para liberar su abdomen.
También Alaïa, cuyo director creativo, Pieter Mulier, hizo a la medida los dos abrigos de cuero que se colocó encima: la chamarra corta acolchada de cuero rojo, con guantes integrados, que se curvaba por la parte posterior de su torso mientras cantaba; y el voluminoso abrigo acolchado similar a una túnica de cuero rojo, con guantes integrados, que se amontonaba a sus pies mientras se elevaba hacia los cielos al final. (Alaïa tuvo un muy buen Super Bowl; Rihanna también usó una falda con estampado de cocodrilo y una chaqueta de piel de oveja de la marca para su conferencia de prensa previa al juego).
En cuanto a sus zapatos, eran una colaboración de las zapatillas de MM6 Maison Margiela x Salomon. ¿Por qué usar solo una marca cuando puedes combinar tantas para tus propios fines?
Esos elementos ofrecieron un discurso rápido sobre la moda de alta gama pero, en última instancia, las miradas no se centraron tanto en lo que llevaba puesto Rihanna sino en cómo lo que lucía mostraba la curva de su estómago que vuelve a crecer. Así fue como lo mostró.
Con su show del domingo, Rihanna le dio un nuevo significado al término “mujer escarlata”.
Vanessa Friedman ha sido directora de moda y crítica de moda jefa del Times desde 2014. En este cargo, cubre la moda mundial tanto para The New York Times como para el International New York Times. @VVFriedman