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El trabajo remoto es menos saludable de lo que parece

Mientras las empresas tienen dificultades para encontrar el equilibrio adecuado entre el trabajo presencial y el remoto, y los empleados luchan por su autonomía, el debate sobre el regreso al trabajo presencial se ha centrado en la productividad. Si los empleados son igual de productivos en entornos remotos, ¿por qué pedirles que regresen a la oficina? En igualdad de condiciones, el trabajo a distancia es más barato y cómodo que desplazarse hacia y desde el trabajo.

Aunque la productividad es importante, no hemos prestado suficiente atención a los posibles efectos negativos del trabajo a distancia sobre la salud de algunas personas. Eventualmente, quienes tienen el lujo de trabajar desde casa pueden darse cuenta de que el trabajo a distancia es desventajoso para su bienestar mental y físico.

Una reciente recopilación de estudios basados en evidencias sobre los efectos mentales y físicos del trabajo a distancia produjo resultados contradictorios. Algunos trabajadores prosperaron en el entorno remoto, tras citar que tuvieron más tiempo para comportamientos saludables como hacer ejercicio y establecer vínculos con la familia, mientras que otros se volvieron menos activos, aumentaron de peso y reportaron sentimientos de aislamiento y depresión.

Gran parte de esto parece estar relacionado con la biología evolutiva. A pesar de los cambios que se producen a nuestro alrededor, nuestros cuerpos siguen siendo los mismos.

El cuerpo humano tiene su forma actual desde hace unos 300.000 años. El ser humano necesita moverse. Hay evidencias sólidas que correlacionan un mayor movimiento con una reducción en el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, como la hipertensión y el colesterol alto; enfermedades crónicas, como la diabetes y ciertos tipos de cáncer, y trastornos mentales como la depresión y la ansiedad.

Mientas más nos movemos, más sanos estamos. Movernos todos los días no solo nos hace sentir mejor, sino que es uno de los tipos de medicina preventiva más eficaces y de mayor alcance. Además, una actividad sedentaria está estrechamente relacionada con enfermedades. Estar más tiempo sentado y realizar menos movimiento a lo largo del día puede hacer que una persona sea menos sana. Una inactividad prolongada afecta de manera negativa tanto la esperanza de vida (la vida útil) como el perfil de salud (la duración de la salud).

A pesar de los increíbles avances tecnológicos, el cuerpo humano en esencia ha necesitado la misma cantidad de movimiento para una salud preventiva durante más de 100.000 años. Por desgracia, la tecnología y la comodidad a menudo funcionan en contra de nuestra salud. Con cada victoria tecnológica, desde el caballo y la calesa hasta el auto, el avión, la computadora y ahora el celular, nos movemos menos. En el mundo actual, puedes pedir comida, relacionarte con personas e incluso trabajar sin dar un solo paso. Estudios de esqueletos de edades similares exhumados antes de la Revolución industrial —cuando la gente caminaba y se movía más— muestran menos artritis de rodilla que las rodillas de hoy en día.

Los últimos tres años aceleraron con rapidez esta tendencia. Los datos sobre el recuento de pasos durante la pandemia mostraron una disminución en el comportamiento NEAT (siglas en inglés de termogénesis por actividad sin ejercicio), en los pasos diarios de la vida cotidiana. No son pasos de ejercicio, son pasos de ir caminando a comer, subir las escaleras en el trabajo y caminar hasta el metro o por el estacionamiento. Aunque se presta mucha atención al ejercicio como un modo de evitar el envejecimiento y las enfermedades, los comportamientos NEAT también están relacionados con la prevención de enfermedades. Los pasos de fondo se suman a lo largo de los días, las semanas y los meses. Aunque el ejercicio diario es parte de un perfil de movimiento saludable, las actividades NEAT son las brasas que mantienen caliente el fuego metabólico.

Y, en este momento, muchos de nosotros no las hacemos lo suficiente. Si quieres demostrártelo, busca una manera de medir tus pasos, como la aplicación de salud de tu celular. Si trabajas en un entorno híbrido, comprueba tus pasos los días que te desplazas hacia y desde el trabajo. Es probable que sean mucho más que los días que trabajas desde casa sentado junto a tu principal fuente de alimento, el refrigerador.

La inactividad puede traducirse en enfermedades. En Estados Unidos, gastamos 4,3 billones de dólares, el 18 por ciento de nuestro PIB, en atención médica. A pesar de gastar en promedio casi el doble que otros países de altos ingresos, estamos habitualmente en el segundo nivel de esperanza de vida entre las naciones occidentales. Como nación, no estamos especialmente sanos. Nuestros dos padecimientos más caros, las enfermedades cardiovasculares y la diabetes, cuestan más de 500.000 millones de dólares al año (incluidos tanto el gasto sanitario como la pérdida de productividad) y se pueden prevenir en gran medida con una dieta sana y movimiento regular. Somos los que más gastamos y los que menos nos movemos. Según una encuesta reciente, en Estados Unidos trabajar desde casa sigue siendo la norma para casi el 50 por ciento de la fuerza laboral, pero es menos común en Europa y Asia, donde entre el 75 y el 80 por ciento de los trabajadores están de regreso en la oficina. Mientras menos nos movamos, aumentarán los costos sanitarios asociados.

Otra consideración importante del trabajo a distancia es la salud mental. El ser humano es un animal social. Al igual que el imperativo biológico de movernos, también necesitamos interactuar. A pesar de los avances tecnológicos, nuestros cerebros prosperan con las relaciones en persona. Cuando estamos frente a otras personas, aprendemos a leer el lenguaje corporal, a entender los matices no explícitos de la comunicación y a trabajar de manera más eficaz con otras personas. Los estudios han demostrado un aumento en las tasas de depresión y ansiedad durante el trabajo a distancia. Aunque sea más fácil, se desarrolla una sensación de aislamiento cuando la comunicación real entre personas se sustituye por una interacción virtual. Estudios electroencefalográficos del cerebro han revelado que las interacciones cara a cara producen conexiones psicológicas más fuertes y duraderas que las virtuales.

Esto no quiere decir que todos los que trabajan desde casa enfrenten una crisis de salud. Hay muchas personas que florecen en el mundo del trabajo a distancia. Los padres con hijos tienen más tiempo para estar con sus familias, la gente tiene más tiempo para pasear a sus perros y a veces incluso para ir a ejercitarse.

En mi consultorio, he tratado a pacientes que aprovechan al máximo estar más tiempo en casa y llevan un estilo de vida más activo y saludable. Sin embargo, también veo pacientes que han desarrollado dolor de espalda y cuello y se han vuelto menos sanos en los últimos años. Las tendencias a nivel nacional lo confirman.

De algún modo, el trabajo a distancia ha llegado para quedarse. Si observamos los datos de los últimos tres años, hay ventajas y desventajas en el trabajo desde casa. La mejor manera de avanzar podría ser un híbrido de trabajo presencial y a distancia para garantizar la socialización y el movimiento diario. Si trabajas totalmente a distancia, organiza reuniones y momentos específicos para hacer ejercicio que te mantengan disciplinado y conectado. Si tu empresa te exige que vuelvas al trabajo presencial, al menos medio tiempo, reconoce que esto es favorable para tu salud a largo plazo.

Jordan D. Metzl es médico especialista en medicina deportiva del Hospital para Cirugía Especial de la ciudad de Nueva York y autor de cinco libros sobre la intersección entre el movimiento y la salud, entre ellos The Exercise Cure.

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