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Asilo de ancianos busca bebés para trabajar

TOKIO — Los gorjeos, las risitas y el golpeteo de los piececitos se entremezclan con el sonido de los andadores y las sillas de ruedas en un asilo de ancianos al sur de Japón. En este país de personas cada vez más viejas, un asilo ha estado contratando a un tipo de trabajador poco común para alegrar la vida de sus residentes.

Se trata de los “bebés trabajadores”, como los llama la directora de este asilo de ancianos: 32 niños hasta el momento, todos menores de 4 años, que pasan algún tiempo con los huéspedes, quienes, en su mayoría, tienen más de 80 años. Los residentes conversan con los pequeños asistentes. Los bebés, —acompañados por sus padres o tutores (por lo general sus madres)—, van y les ofrecen abrazos a los residentes.

¿Qué recompensa obtienen estos visitantes? Pañales, fórmula, sesiones fotográficas gratuitas para los bebés y cupones para una cafetería cercana.

Este centro, el Hogar de Ancianos Ichoan, se encuentra en Kitakyushu, una ciudad de 940.000 habitantes en la prefectura de Fukuoka, la cual, al igual que el resto del país, tiene una población cada vez más mayor y menguante. Puesto que las familias se han reducido y la gente de la tercera edad está más aislada, el programa de bebés trabajadores de este asilo ha ayudado a que la gente esté en contacto con otras generaciones.

“Yo no puedo ver a mis nietos con mucha frecuencia, así que los bebés trabajadores son todo un regalo”, comentó Kyoko Nakano, de 85 años, quien lleva más de un año en el lugar. Aunque le gusta tejer y ver televisión, comentó que cuando los pequeños llegan lo deja todo para ir a pasar tiempo con ellos.

“Son lindísimos e iluminan todo el lugar”, comentó Nakano. “La energía de los niños es muy diferente”.

Como la población de Japón ha envejecido, los asilos de ancianos han crecido con mucha rapidez. Según el gobierno japonés, de 2005 a 2020, se ha más que duplicado la cantidad de personas que están en los asilos, la cual ahora asciende a 1,8 millones. La vida aquí puede ser solitaria y aburrida, pero en el Hogar de Ancianos Ichoan, según los residentes, los bebés llevan luz y energía.

Algunos estudios han revelado que la interacción social está vinculada con una menor sensación de soledad, un retraso en el deterioro mental, tensión arterial más baja y un menor riesgo de que la gente mayor contraiga enfermedades y fallezca. También se ha demostrado que el hecho de socializar con otras generaciones hace que las personas mayores conversen, sonrían y hablen más. Se ha visto que, para los niños, estas interacciones intergeneracionales promueven su desarrollo a nivel social y personal..

El concepto de dejar que los residentes de los asilos de ancianos interactúen con los niños no es nada nuevo. Desde 1991, los residentes del Providence Mount St. Vincent de Seattle han compartido sus instalaciones con un programa de guardería infantil para niños que van desde recién nacidos hasta los 5 años.

Según Kimie Gondo, la directora del asilo de 58 años de edad, el mayor de los 120 residentes del Ichoan tiene 101 años. El bebé trabajador más joven, de dos meses de edad, casi ni siquiera puede sostener su cabecita, señaló Gondo.

Gondo explicó que lo que la motivó a iniciar este programa fue que, el año pasado, llevó al trabajo a su nieta recién nacida y vio cómo los residentes sonreían y jugaban con ella. “Pensé que era egoísta que solo mi nieta disfrutara este momento especial, así que decidí abrir el programa a cualquier bebé que quisiera venir a realizar la misma labor”, comentó.

Ya que puede ser difícil que los pequeños visitantes sigan instrucciones, no se espera tanto de ellos. A los niños que ya caminan se les pide que, ayudados por sus padres, paseen por el asilo e interactúen con los residentes. “No tienen obligación de nada”, señaló Gondo. “Los bebés deciden cuándo vienen y cuánto tiempo quieren quedarse”.

Los padres que van al Ichoan, cuyos hijos son demasiado pequeños para asistir a la escuela, afirmaron que el asilo les brindaba una oportunidad única de socializar de manera segura en una época en que el riesgo de covid ha hecho que muchas familias se queden encerradas. Mencionaron que confían en que el asilo ha tomado las precauciones necesarias para evitar el contagio del virus y proteger a sus frágiles residentes.

Mika Shintani, una madre de 31 años, comentó que ella inscribió a su hija porque quería que conociera a personas que no fueran parte de su familia inmediata. También dijo que se sentía más tranquila llevándola al asilo que a un parque o a la casa de alguna amistad. “Mi hija pasaba la mayor parte de los días interactuando solo conmigo, así que pensé que sería bueno que ella viera otros rostros”, explicó.

Gondo comentó que aún no había visto que algún padre trajera a su bebé a Ichoan. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, los hombres en Japón pasan menos horas realizando labores domésticas y atendiendo a sus hijos que en cualquier otro de los países más ricos.

Shintani comentó que el primer día que llevó a su hija al asilo, esta tenía 5 meses y lloró cuando llegó en su carriola. Pero rápidamente se adaptó a los residentes y comenzó a reír y a jugar con las mujeres, por lo cual comenzaron a ir cada dos semanas.

También afirmó que este programa no solo tiene ventajas materiales, como los pañales y la leche: “¡Los días que mi hija trabaja arduamente, yo no tengo que hacer la comida!”.

Hikari Hida reporta desde la corresponsalía en Tokio, donde cubre noticias y escribe reportajes sobre Japón. Se integró al Times en 2020. @hikarimaehida

John Yoon reporta desde la redacción de The New York Times en Seúl. Antes trabajó para el equipo de monitoreo de coronavirus del diario, que ganó el Pulitzer por Servicio Público en 2021. Se unió al Times en 2020. @johnjyoon


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