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El periodo se vuelve abundante e inesperado en la perimenopausia

“En esta etapa de la vida, ya no es cierto que las mujeres sepan cuándo van a sangrar o en qué cantidad”, aseveró Harlow. Aun así, añadió, este síntoma rara vez se estudia o debate entre las propias mujeres.

Todo se reduce a “los ovarios que echan chispas”, afirmó Malcolm Munro, profesor de obstetricia y ginecología de la Facultad de Medicina David Geffen de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA, por su sigla en inglés). En un ciclo normal, los ovarios producen estrógeno para nutrir el óvulo y engrosar el revestimiento uterino para su llegada, explicó Munro. Una vez liberado el óvulo, el ovario también produce progesterona, que detiene el crecimiento del revestimiento y cambia su estructura para convertirlo en un sitio de aterrizaje suave para el óvulo fecundado. Si no hay óvulo fecundado, el ovario deja de producir progesterona, lo cual desencadena el sangrado menstrual. La progesterona también es responsable de detenerlo al cabo de unos días, dijo.

Imagina que el revestimiento uterino es “como la hierba de tu jardín”, señaló Munro. El estrógeno actúa como el agua que ayuda a la hierba a crecer y la progesterona equivale a “cortar la hierba cada cuatro semanas” y mantenerla cuidada, en lugar de dejarla crecer sin control.

A medida que una mujer entra en la transición de la menopausia, los ovarios producen menos estrógeno y tienen menos óvulos que liberar, lo que significa que puede haber ciclos en los que la ovulación no se produce en absoluto y se destruye el delicado equilibrio de las hormonas, dijo Munro. “No es algo que se prende y se apaga”, dijo, “sino que es un espectro”. En algunas mujeres, puede dar paso a intervalos prolongados entre cada periodo menstrual porque no hay progesterona. La ausencia de progesterona también puede dar lugar a una acumulación del revestimiento, que puede “desprenderse al azar” y desencadenar periodos inusualmente abundantes, afirmó. O, en el caso de otras mujeres, puede haber tan poco estrógeno que el revestimiento uterino no haya crecido mucho, provocando solo un ligero manchado. En su estudio, Harlow descubrió que fumar y tener un índice de masa corporal más alto se asociaban a un sangrado más abundante en la perimenopausia, aunque no está claro por qué. Las mujeres de raza negra eran más propensas que las blancas, chinas o japonesas a tener sangrados más abundantes.

Hay algunos riesgos relacionados con los desequilibrios hormonales en las mujeres perimenopáusicas, entre los que destaca el cáncer de endometrio, según Ekta Kapoor, directora adjunta del Centro de Salud de la Mujer de la Clínica Mayo. Durante la fase de la perimenopausia, e incluso después de la última menstruación, la ausencia de progesterona significa que el revestimiento uterino puede seguir creciendo y volverse anormalmente grueso, un trastorno llamado hiperplasia endometrial, que puede volverse canceroso, explicó. Según Kapoor, uno de los síntomas reveladores de la hiperplasia endometrial son las menstruaciones copiosas.

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