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Nuevos tratamientos para la depresión posparto

En los últimos años, los problemas de salud mental se han convertido en la causa principal de mortalidad materna en Estados Unidos, sobre todo debido a suicidios y sobredosis de medicamentos. Se calcula que una de cada ocho nuevas madres sufre depresión posparto y algunas investigaciones han dado a entender que la prevalencia llegó a ser de una de cada tres durante los primeros días de la pandemia.

No obstante, aproximadamente la mitad de las mujeres que tienen problemas de salud mental tras el embarazo no reciben tratamiento. Entre los obstáculos que les impiden recibir atención se encuentran el desconocimiento de los síntomas y los tratamientos, la imposibilidad de acceder a los recursos y la estigmatización.

A lo largo de la historia, la depresión posparto no se ha diagnosticado ni investigado lo suficiente, pero por fin se reconoce cada vez más. En consecuencia, hay más opciones de tratamiento disponibles que nunca, incluidos modelos terapéuticos innovadores y al menos un medicamento nuevo.

Muchas mujeres experimentan cambios de humor en los días y semanas posteriores al parto debido a los cambios hormonales drásticos. Los síntomas, que en ocasiones reciben el nombre de “baby blues” en inglés, incluyen sentimientos de tristeza, ansiedad, llanto o agobio, que suelen remitir en una semana o dos.

Las madres recientes “sienten que están en un carrusel hormonal porque así es”, señaló Samantha Meltzer-Brody, jefa del departamento de psiquiatría de la Universidad de Carolina del Norte (UNC, por su sigla en inglés) en Chapel Hill, quien ayudó a fundar la unidad de hospitalización de psiquiatría perinatal de la universidad, la primera de Estados Unidos. “Eso les ocurre a todas las personas que dan a luz y se considera una parte normal de la transición del embarazo al puerperio”.

La depresión posparto es diferente. Se define como un episodio depresivo mayor que dura al menos dos semanas, inicia durante el año posterior al parto y surge por lo general en las primeras semanas.

“Para cumplir los criterios de un episodio depresivo posparto, tienes que cumplir los criterios de un episodio depresivo mayor”, explicó Meltzer-Brody. Entre ellos se encuentran un estado de ánimo persistentemente bajo, poca energía, sentimientos de inutilidad o culpabilidad, pensamientos suicidas y pérdida de interés por cosas que se solían disfrutar.

Esta afección suele detectarse mediante un cuestionario conocido como Escala de Depresión Postnatal de Edimburgo, que es ideal aplicar en la consulta de seis semanas después del parto con el obstetra (pero no siempre ocurre). También se anima a los pediatras a que pregunten por la depresión posparto porque ellos ven a la familia con más frecuencia en el año posterior al nacimiento. Según Latoya Frolov, psiquiatra perinatal del Centro Médico Southwestern de la Universidad de Texas, entre los factores de riesgo están los antecedentes de depresión, una experiencia traumática en el parto y la falta de apoyo social.

La depresión posparto puede afectar no solo la salud de la madre, sino también la de su bebé. Algunas investigaciones han demostrado que los bebés nacidos de madres deprimidas aumentan menos de peso y tienen más enfermedades y retrasos en el desarrollo (aunque otros estudios no lo han hecho). Como resultado, el tratamiento oportuno es importante.

El tratamiento que recibe una mujer debería depender de su puntuación en la Escala de Edimburgo, pero es muy frecuente que no haya seguimiento, ya sea porque no se dispone de recursos adecuados de salud mental, o porque la mujer no puede acceder a ellos.

Es difícil acudir a una cita cuando estás abrumada, agotada y deprimida, sobre todo si no dispones de un medio de transporte fácil o de una guardería, explicó Frolov. “Cuando alguien logra acudir a una cita conmigo, me alegro mucho, de verdad, de verla en mi consultorio, porque sé que con frecuencia hubo mucho esfuerzo detrás”.

Si se detecta que una mujer tiene depresión leve o moderada, hay que referirla rápidamente a algún tipo de terapia.

La terapia de grupo suele recomendarse a las madres recientes que están batallando y puede ser una de las intervenciones más eficaces, según Paige Bellenbaum, trabajadora social clínica y directora fundadora de The Motherhood Center, una clínica neoyorquina que ofrece atención ambulatoria intensiva a mujeres con depresión posparto. “El apoyo que se prestan unas a otras” comentó, “las ayuda a sentirse mucho menos solas en este viaje tan difícil”.

En la terapia individual, los consejeros a menudo utilizan enfoques como la terapia cognitiva conductual, la terapia dialéctica conductual y la terapia interpersonal, que brindan a las mujeres habilidades para ayudarlas a controlar sus emociones, evitar o reformular pensamientos negativos y mejorar la comunicación con su pareja.

En el caso de las mujeres con depresión posparto de moderada a grave, los expertos suelen recomendar medicación, sobre todo inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS). Las investigaciones que prueban específicamente los ISRS para la depresión posparto son limitadas, pero un metaanálisis que evaluó seis estudios indicó que poco menos de la mitad de las mujeres que los toman presentan una mejoría.

Tradicionalmente, a los médicos les ha preocupado que estos medicamentos no sean seguros para las mujeres embarazadas o en periodo de lactancia, pero Frolov asegura que los riesgos son mínimos, sobre todo en comparación con los asociados a la depresión posparto. Además, señaló que el Zoloft, en particular, se receta con frecuencia porque segrega menos medicamento en la leche materna que con otros ISRS.

Frolov intenta que los médicos que trabajan con mujeres embarazadas y en puerperio se sientan más cómodos recetando ISRS, sobre todo a las mujeres que tienen problemas, pero no pueden acudir a un profesional de la salud mental. “Siempre animo a los obstetras a ofrecer tratamiento”, dijo Frolov. “No basta con hacer pruebas”.

En el caso de las mujeres que no responden a estas terapias, están empezando a estar disponibles opciones de tratamiento más intensivas, incluyendo instalaciones ambulatorias y hospitalarias dedicadas a la salud mental materna, como The Motherhood Center y la unidad de psiquiatría perinatal de la UNC.

También existe ya el primer medicamento específico para la depresión posparto, que funciona de forma diferente a los ISRS. El tratamiento con este fármaco, llamado brexanolona, provoca una reducción significativa de las puntuaciones de depresión en aproximadamente el 70 por ciento de las mujeres que lo toman, según Meltzer-Brody, quien dirigió los ensayos clínicos en la UNC. Lo más notable es que actúa en 24 horas, en comparación con las semanas o meses que se tarda en obtener un beneficio de la terapia o los ISRS.

Aunque la eficacia de la brexanolona es prometedora, debe administrarse en un hospital por vía intravenosa durante 60 horas seguidas, lo que dificulta enormemente su acceso. En consecuencia, solo unos cientos de mujeres, por lo general los casos más graves, han recibido tratamiento con este fármaco desde que se aprobó su uso en 2019.

Los expertos son optimistas de que pronto pueda estar disponible un medicamento relacionado de acción rápida que pueda administrarse en forma de píldora. El medicamento, que se vende bajo el nombre Zuranolona, está bajo revisión de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por su sigla en inglés), tanto para la depresión posparto como para el trastorno depresivo mayor; el fallo podría darse el próximo primer lunes de septiembre, cuando se celebra el Día del Trabajo de Estados Unidos.

Quizá aún más importante que los nuevos medicamentos, según Bellenbaum, es el hecho de que la comunidad médica y científica esté invirtiendo en la investigación de la depresión posparto. “El campo de la salud mental materna por fin empieza a cobrar relevancia”, afirmó.

Dana G. Smith es periodista de la sección Well, donde ha escrito desde terapia psicodélica hasta tendencias de entrenamiento físico y la COVID-19.


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