Stefl y su esposa, Michele Numbers-Stefl, ya habían avistado el fuego una hora antes a unos 450 metros de su casa, a poco más de 800 metros de la residencia de los Treu.
“¡Dios mío! Recoge a los perros, hay un incendio ahí”, gritó Numbers-Stefl a su esposo. Las llamas se acercaban a lo largo de la carretera Lahainaluna, dijo, a casi 91 metros, luego a casi 27, era como “un tren de carga bajando por la montaña”, en palabras de su esposo.
“Cuando me di la vuelta, estaba justo ahí, fue así de rápido”, afirmó Stefl, de 67 años y residente desde hace mucho tiempo. De hecho, Stefl reconstruyó su casa después de que fuera destruida en el mismo terreno durante un incendio forestal en 2018. Dijo que él y su esposa “literalmente corrieron por las escaleras, agarraron gatos y perros y retrocedieron por el camino a través del humo negro, el fuego, el calor, simplemente atravesándolo al apuro”.
¿Las autoridades les habían enviado alguna alerta o aviso?
“Por supuesto que no”.
Desde tierra y mar, la gente se quedó atónita mientras el incendio forestal antes vacilante cerca de la carretera Lahainaluna parecía expandirse hasta convertirse en un monstruo. En la oficina del piso superior de su almacén de café en el centro de Lahaina, junto a una fábrica de chocolate y una tienda de licores, J. D. Sheveland, de 58 años, observaba la tormenta de fuego a través de su ventana mientras pagaba facturas y hacía papeleo.
Dijo que el viento hizo que los palés de madera volaran por los estacionamientos, y arrancó trozos del nuevo complejo de viviendas asequibles. A las 3:00 p. m. miró hacia el noreste y, al igual que Denton Fuqua, vio volutas de humo que se elevaban.