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A pesar de las victorias, la guerra de Ucrania está lejos de terminar

KIEV, Ucrania — Durante nueve meses de una guerra salvaje y sangrienta, el ejército ucraniano ha desafiado todas las dificultades y todas las expectativas en combates, tanto en el bosque como en el campo y las ciudades, y ha hecho que Rusia tenga que retroceder muchas veces.

Pero, a pesar de su éxito y con decenas de miles de soldados muertos de cada bando, según un cálculo, Ucrania solo ha recorrido la mitad del camino: su ejército nada más ha recuperado cerca del 55 por ciento del territorio ocupado por Rusia después de su invasión en febrero.

Ucrania está a la ofensiva en casi la mayor parte de un frente de batalla de 965 kilómetros. Rusia está a la defensiva en el sur y el noreste al tiempo que continúa sus ataques hacia Bajmut, una ciudad del este.

El éxito de Ucrania ha llevado a la guerra a una coyuntura trascendental. Al estar a la ofensiva, puede configurar la próxima fase del combate y decidir si aprovecha su ventaja y avanza más hacia el territorio ocupado por Rusia o se asienta para el invierno como, según los analistas militares, le gustaría hacer a las tropas del Kremlin.

Si Ucrania sigue adelante, enfrentará importantes dificultades: aunque ha logrado que más combatientes rusos estén en un espacio más reducido, esto significa que las próximas batallas serán contra un territorio más densamente defendido en un terreno complicado.

Ahora Ucrania está combatiendo en botes en las marismas y las islas deltaicas de la parte baja del río Dniéper; está luchando en muchas líneas de trincheras en las llanuras nevadas de la región de Zaporiyia, en el sur; y está participando en un combate sangriento y oscilante en bosques de pinos a lo largo de la llamada línea Svátove-Kreminná, en el noreste de Ucrania.

Este mes, después de que los rusos se retiraron de Jersón, el presidente ucraniano Volodímir Zelenski hizo una notable visita a esta ciudad, la única capital de provincia capturada por las fuerzas rusas. Al izar una bandera de Ucrania en un edificio gubernamental, hizo alusión a un famoso discurso de Winston Churchill tras la victoria británica en la Segunda Batalla de El Alamein en 1942.

Churchill había declarado “el final del principio” del conflicto, mismo que se prolongaría durante otros tres años. Zelenski trató de darle un giro a ese discurso.

“Este es el principio del final de la guerra”, señaló.

No obstante, una quinta parte del territorio ucraniano sigue ocupado por los rusos.

Después de que, a principios de este mes, Ucrania liberó la ciudad de Jersón y las áreas circundantes, ahora está comenzando la guerra de invierno con un frente de batalla modificado por completo y un ejército ruso desmoralizado y deteriorado.

“Las unidades terrestres rusas han tenido problemas de moral, mal manejo de armas combinadas, entrenamiento mediocre, logística deficiente, corrupción e, incluso, alcoholismo”, escribió Seth G. Jones, director del Programa de Seguridad Internacional en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, un centro de investigación con sede en Washington.

Los avances de Ucrania significan que más de las líneas de abastecimiento de Rusia en el sur de Ucrania ahora están en el rango de alcance de las armas y cohetes ucranianos y Kiev ha indicado que seguirá lanzándolos.

Pero esta nueva geometría también supone ventajas para los rusos, cuya retirada de Jersón este mes fue la tercera gran retirada de la guerra, una que, no obstante, movió a sus fuerzas a posiciones más defendibles en la ribera este del río Dnipro.

Los rusos siguen enviando soldados de reciente movilización para compensar sus importantes bajas. Las decenas de miles de soldados rusos que han sido retirados de la región de Jersón, al oeste del río, están libres para su reasignación, reforzar las líneas de defensa en el noreste, organizar nuevos ataques en la región de Donetsk y fortalecer el control de Moscú sobre el puente terrestre de Rusia a Crimea que es tan importante para el Kremlin.

Aunque, con frecuencia, los analistas militares señalan que es probable que el clima invernal —este fin de semana cayó la primera tormenta de nieve sobre las trincheras— disminuya el ritmo de las ofensivas ucranianas, seguramente también afectará mucho a los soldados rusos mal equipados. Sin embargo, la guerra comenzó en el invierno del pasado febrero y ambos ejércitos tienen mucha experiencia en combatir en la estepa euroasiática durante la temporada invernal.

Aunque los soldados rusos están a la defensiva en los campos de batalla en el sur y el este, Moscú ha iniciado lo que equivale a otra guerra: ataques de drones y misiles destinados a destruir la infraestructura de Ucrania y deteriorar la calidad de vida de millones de civiles en un intento por desmoralizarlos.

La semana pasada, Rusia lanzó el bombardeo más grande de la guerra contra las centrales de energía, las subestaciones, las instalaciones de gas natural y las obras hidráulicas, lo cual equivale a una campaña de devastación sostenida que pocas veces se había intentado antes.

El lunes, el coronel Yuriy Ihnat, vocero de la Fuerza Aérea ucraniana, señaló que el Ejército tiene “fuentes de energía autónomas”, de tal modo que los problemas con la red nacional no afectan de manera directa a los soldados en el frente. Además, comentó que estos ataques motivan a los soldados a que fortalezcan su determinación de luchar ya que tienen familiares que se enfrentan a estas dificultades.

Pero Ihnat reconoció que los ataques agotan el sistema de defensa aérea ucraniano. Afirmó que Ucrania lanza, en promedio, dos misiles a cada cohete ruso con la esperanza de aumentar las probabilidades de tener éxito y ahora necesita más municiones y sistemas de defensa aérea para seguir el ritmo. Además, señaló, Rusia está usando drones relativamente baratos para agotar las defensas aéreas de Ucrania.

Ihnat mencionó que este fin de semana los bombardeos con misiles tienen como objetivo obligar a Kiev a sentarse a la mesa de negociaciones.

“Es evidente que quieren imponer ciertas condiciones, quieren obligarnos a negociar”, aseveró.

El Kremlin confirmó esto. La semana pasada, Dmitry Peskov, portavoz del Kremlin, dijo a la prensa que los ataques a la infraestructura son “la consecuencia” de la falta de voluntad de Ucrania para “comenzar las negociaciones”.

Pese a las amenazas de Rusia, las autoridades de Kiev afirman que no están dispuestas a negociar, pero que esperan usar la inercia del descenso de la ofensiva para mantener a las fuerzas rusas en una situación de desventaja.

El ejército de Ucrania indicó la semana pasada que los soldados rusos ya se estaban retirando de 15 a 25 kilómetros de la ribera oriental del río Dnipro cerca de Jersón, con el fin de estar fuera del alcance de los obuses ucranianos.

En la situación actual, los misiles de precisión y largo alcance de Ucrania ahora son capaces de llegar más lejos en los territorios controlados por los rusos, y tienen casi todo el norte de Crimea dentro de su alcance. En respuesta a este cambio de fortuna, los rusos ahora están excavando trincheras en el norte de Crimea, la península que anexionaron en 2014.

Los rusos también han agregado nuevas capas de defensas afuera de la ciudad sureña de Melitópol, la cual fue ocupada por Rusia en los primeros días de la guerra. Esta se ubica en la intersección de las carreteras principales del sur, lo que tal vez la convierte en la ciudad más importante a nivel estratégico bajo el control de Rusia.

Los analistas militares han especulado que es posible que Ucrania intente dividir las fuerzas rusas en el este y el sur al atravesar Melitópol.

Las llanuras onduladas, las minas de carbón y los pueblos agrícolas de la región de Dombás en la zona este de Ucrania siguen siendo terreno en disputa y un área donde Rusia está buscando revertir sus fracasos.

Según Oleksiy Hromov, general y miembro del Estado Mayor de Ucrania, el frente del este sigue siendo el más complejo del país. Explicó que entre el 12 y el 17 de noviembre, el Ejército ucraniano reportó 500 choques militares en esa región.

Dombás se ha dividido en dos batallas: una línea de trincheras a través de los bosques de pinos a lo largo de una ruta esencial de suministro, conocida como la línea Svátove-Kreminná, para los dos pueblos más grandes del área; y una batalla por Bajmut, una ciudad en un valle del río que se parece a un cuenco, con alturas a cada lado. La ciudad y las aldeas cercanas se han convertido en un polígono de tiro para la artillería.

Bajmut tiene un valor estratégico limitado, pero, por muchas razones, el combate es violento. Para Rusia, capturarlo podría abrir una ruta a otras ciudades más importantes en la región de Dombás. Además de eso, Wagner, la empresa contratista privada del ejército ruso, la cual ha pretendido apoderarse de la ciudad como una manera de compensar las pérdidas en otros lugares y volver a fortalecer en Rusia el futuro político de su fundador, Yevgeny Prigozhin, considera que Bajmut es un trofeo.

Ucrania, por su parte, no ha querido ceder ninguna ciudad sin pelear, por ejemplo, la batalla de un mes de duración por Severodonetsk, una ciudad cercana a Bajmut que, al final, fue tomada por los rusos, y en el sur, Nicolaiev, todavía controlada por Ucrania.

A lo largo de toda la línea del frente”, dijo la semana pasada el general Mark Milley, presidente del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, “los ucranianos han tenido éxito tras éxito y los rusos han fracasado en cada ocasión”.

Pero Milley también observó que los rusos siguen controlando una porción considerable de Ucrania y ha sugerido que, a pesar de sus victorias, Kiev considere dar más visos de apertura a la negociación.

“No es un pedazo pequeño de tierra”, dijo Milley del territorio que falta por liberar. “Y no va a suceder en las próximas semanas a menos que el ejército ruso colapse completamente, lo cual es poco probable”.

Pero para Kiev no es negociable intercambiar territorio por paz. El gobierno de Zelenski no cree que ningún acuerdo negociado será duradero.

En comentarios hechos en video ante el Foro Internacional de Seguridad Halifax el sábado, Zelenski dijo que muchas personas preguntan cómo poner fin a la guerra.

“Pero yo les pido a ustedes formular una pregunta más precisa: cómo restaurar la paz verdadera y justa”, dijo. Comentó que una tregua en la actualidad no sería el fin de la guerra, sino que le daría a Moscú tiempo de recuperarse antes de volver a atacar.

“Los acuerdos inmorales”, dijo, “solo ocasionarán más sangre”.

Marc Santora es el editor de noticias internacionales en Londres y se enfoca en eventos noticiosos de último momento. Antes fue jefe de la corresponsalía de Europa Central y del Este, con sede en Varsovia. También ha reportado ampliamente desde Irak y África. @MarcSantoraNYT

Andrew E. Kramer es un reportero que cubre los países de la antigua Unión Soviética. Fue parte de un equipo que ganó el Premio Pulitzer en 2017 en la categoría de cobertura internacional por una serie sobre la proyección encubierta del poder de Rusia. @AndrewKramerNYT


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