Para la plena recuperación después de una catástrofe, y estar preparados para la siguiente, hay que tener en cuenta las necesidades específicas de las mujeres y las niñas en la respuesta humanitaria.
Las mujeres también deben desempeñar funciones de liderazgo en el proceso de recuperación. Sin embargo, las mujeres están lamentablemente infrarrepresentadas en la toma de decisiones que afectan sus perspectivas de supervivencia en tiempos de crisis. Esta brecha tiene un efecto peligroso: los estudios han demostrado que las mujeres son las más afectadas en las catástrofes. Las mujeres y las niñas suelen estar en desventaja en las labores de rescate, y las mujeres tienen mayor probabilidad que los hombres de padecer hambre.
Sabemos que las mujeres sostienen a sus comunidades. Sus voces, su liderazgo y su plena participación son fundamentales para una recuperación inclusiva, exitosa y sostenible. Esto significa tener presentes las necesidades, las prioridades y la seguridad de las mujeres a la hora de reconstruir los barrios y construir escuelas y mercados. Significa garantizar a las mujeres la igualdad de acceso a la información, a las oportunidades de trabajo y a la formación profesional, así como a los mecanismos de préstamos y seguros, todo ello vital para recuperar la estabilidad económica.
Sabemos que un mayor número de mujeres en puestos de poder y en la toma de decisiones a nivel comunitario, nacional e institucional conduce a políticas, leyes y prácticas más inclusivas, que protegen la igualdad de género y contribuyen a ella en todos los niveles. Significa un esfuerzo en pos de la tolerancia cero frente a la violencia de género en el hogar, en el trabajo, en internet o en cualquier otro lugar. Y también significa invertir más en la educación de las mujeres para asegurar que sus voces estén representadas en los más altos niveles del gobierno y de la sociedad.
Vivimos en un mundo plagado de pandemias, guerras y catástrofes recurrentes, y estamos luchando contra el cambio climático. Puede parecer imposible de superar. Pero también vivimos en una época de increíbles avances tecnológicos. Las tecnologías de la información y la comunicación son nuestras aliadas más poderosas combatir estas crisis. La tecnología mantiene en funcionamiento servicios sociales esenciales, mejora la respuesta a las crisis, fortalece las comunidades e impulsa la recuperación económica.
Sin embargo, el mundo digital también es un lugar de desigualdad. A nivel global, 2700 millones de personas están excluidas de la conectividad digital, la mayoría de las cuales son mujeres. En consecuencia, según el Banco Mundial, las mujeres se enfrentan a barreras para acceder a la información y los recursos en todos los ámbitos de su vida, lo que incluye cómo prepararse para una catástrofe, responder a ella y afrontarla de la manera adecuada.
Reducir la brecha digital es fundamental para cambiar unas normas sociales de género profundamente arraigadas, y para asegurar que las voces y el liderazgo de las mujeres se integren en los niveles más altos antes, durante y después de una catástrofe. Además, debemos realizar inversiones cuantificables en una educación para las mujeres que promueva la alfabetización digital y los campos CTIM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas).