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Tropas ucranianas entran a Jersón mientras Rusia dice que se ha retirado

BLAHODATNE, Ucrania — Las tropas ucranianas entraron en la ciudad clave de Jersón el viernes, dijo su ejército, mientras los residentes jubilosos ondeaban banderas ucranianas después de una importante retirada rusa.

El movimiento pone a Kiev a un paso de lograr una de sus victorias más significativas de la guerra y asesta un golpe amargo al presidente Vladimir Putin, que hace apenas un mes declaró que Jersón era parte de Rusia para siempre.

Los videos compartidos por funcionarios del gobierno ucraniano en las redes sociales mostraban escenas de civiles que habían soportado casi nueve meses de ocupación vitoreando la llegada de un contingente de tropas ucranianas. A primera hora de la mañana, Rusia dijo que se había completado la retirada de sus fuerzas al otro lado del río Dniéper.

“Jersón vuelve a estar bajo el control de Ucrania, unidades de las Fuerzas Armadas de Ucrania están entrando en la ciudad”, dijo la agencia de inteligencia militar ucraniana en un comunicado. Los militares advirtieron después que Rusia se preparaba para atacar la ciudad desde nuevas posiciones al otro lado del río.

Los pocos residentes que permanecen en Jersón han soportado toques de queda, escasez de bienes, guerra de guerrillas y una intensa campaña para obligarlos a convertirse en ciudadanos rusos y aceptar la versión deformada de Moscú de su cultura e historia.

La profundidad de su sufrimiento aún no se ha dado a conocer. Durante meses, los residentes entrevistados por los periodistas han contado historias de amigos secuestrados, niños deportados ilegalmente, familiares torturados y asesinados. Cuando los rusos se han retirado de otros lugares han aparecido pruebas de abusos de los derechos humanos.

La pérdida de Jersón sería el tercer gran revés de Rusia en la guerra, tras la retirada de Kiev, la capital, la pasada primavera, y de la región de Járkov, en el noreste, en septiembre. Jersón era la única capital de provincia que Rusia había capturado desde la invasión de febrero, y era un eslabón importante en el esfuerzo de Rusia por controlar la costa sur del mar Negro.

La reconquista de Jersón refuerza el argumento del gobierno ucraniano de que debe presionar militarmente mientras tenga a las fuerzas rusas en fuga, y no volver a la mesa de negociaciones, como han defendido algunos funcionarios estadounidenses.

Las dramáticas escenas en Jersón se produjeron menos de 48 horas después de que el ministro de Defensa ruso anunciara que las tropas de su país en la ciudad podían retirarse.

Incluso mientras sus soldados huían, el Kremlin dijo que seguía considerando a Jersón —que el presidente Putin anexionó de forma ilegal en septiembre— como parte de Rusia.

“Es una región rusa”, dijo el viernes Dmitri Peskov, portavoz del Kremlin, a los periodistas. “Ha sido fijada y definida legalmente. Aquí no puede haber cambios”.

Mientras hablaba, los soldados ucranianos seguían avanzando por los pueblos y aldeas de la región, recibidos con alegría por los residentes llorosos que habían soportado nueve meses de ocupación.

Oleh Voitsehovsky, comandante de una unidad ucraniana de reconocimiento con aviones no tripulados, dijo que no había visto tropas ni equipos rusos en su zona a lo largo del frente, a menos de seis kilómetros al norte de la ciudad de Jersón.

“Los rusos abandonaron todos los pueblos”, dijo. “Observamos decenas de pueblos con nuestros drones y no vimos ni un solo carro. No vemos cómo se van. Se retiran en silencio, por la noche”.

Los residentes describieron una noche angustiosa con múltiples explosiones, incluida una que destruyó una torre de transmisión de televisión. Serhiy, un jubilado que vive en la ciudad y que pidió que no se publicara su apellido por razones de seguridad, dijo en una serie de mensajes de texto que las condiciones en la ciudad se habían resuelto durante la noche.

“Por la noche, un edificio ardió en pleno centro, pero no fue posible ni siquiera llamar a los bomberos”, escribió. “No había señal telefónica ni electricidad ni calefacción ni agua”.

Anna Lukinova, Maria Varenikova e Ivan Nechepurenko colaboraron con la reportería.


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