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¿Una Cuba sin 1 de mayo? Esto es lo que sucedió

El grave desabastecimiento de combustible obligó a las autoridades cubanas a cancelar el muy celebrado desfile del Día Internacional de los Trabajadores, que se había fijado para el lunes. El evento generalmente atrae a cientos de miles de personas vestidas de rojo, ondeando banderas y pancartas en apoyo del socialismo y la Revolución cubana.

Pero este 1 de mayo, la Plaza de la Revolución en La Habana —en la que se erige una estatua gigante del héroe nacional de la isla, José Martí— no se parecerá en nada a esa imagen.

En las últimas semanas, Cuba ha tenido problemas con la escasez de combustible en toda la isla causada por los proveedores extranjeros que no están cumpliendo sus compromisos, según ha dicho su presidente. La economía debilitada del país también ha dificultado que el gobierno importe sus propios diluyentes para refinar el crudo de baja calidad que recibe o para comprar crudo de mayor calidad que requiere menos refinación.

Cuba suele consumir entre 500 y 600 toneladas diarias de combustible, señaló a principios de este mes el presidente Miguel Díaz-Canel. Ahora, dijo, la isla tiene menos de 400 toneladas al día.

Díaz-Canel dijo que todavía no está claro “cómo vamos a lograr los empates para salir de esta situación”.

Aunque el principal evento del 1 de mayo en la capital ha sido cancelado, Ulises Guilarte, secretario general de la Central de Trabajadores de Cuba, dijo la semana pasada que las celebraciones aún se llevarían a cabo en las comunidades locales, escuelas y lugares de trabajo bajo condiciones de “máxima austeridad”.

Sin embargo, dadas las fuertes lluvias y vientos en Cuba el domingo, incluso algunos de estos eventos más pequeños pueden terminar también pospuestos.

Durante el último mes, los cubanos han experimentado una grave escasez de combustible que ha paralizado la economía de la isla, que ya estaba sufriendo.

El tráfico se ha detenido. Han surgido filas de más de un kilómetro de largo en las gasolineras, en donde algunos conductores duermen en sus autos. Los taxistas cobran tarifas exorbitantes. Algunas universidades han vuelto a las clases en línea. Los restaurantes y bares han ido perdiendo clientes. Hasta el Teatro Nacional de Cuba en La Habana canceló un concierto de la Orquesta Sinfónica Nacional por falta de combustible.

Ahora Cuba ha cancelado el desfile del 1 de mayo.

La última vez que se canceló el desfile fue en el punto álgido de la pandemia de coronavirus en 2021.

Díaz-Canel ha negado que la crisis sea el resultado de las ineficiencias de Cuba o de las instituciones estatales. En cambio, la ha atribuido a países, como Venezuela, uno de sus proveedores de combustible desde hace mucho tiempo, que “no han podido cumplir sus compromisos” porque “han estado también en una situación energética compleja”, dijo.

Este no es el primer desabastecimiento de combustible en Cuba. Pero sin una salida a la vista, los analistas y residentes temen que podría ser uno de los peores.

En los últimos años, la combinación de sanciones estadounidenses más estrictas y la pandemia debilitaron uno de los sustentos más vitales de Cuba: la industria del turismo. Los alimentos se han vuelto aún más escasos y más caros, las filas en las farmacias con pocos suministros comienzan antes del amanecer y millones de personas sufren apagones de horas cada día.

Desde inicios de 2022, más de 330.000 cubanos han migrado a Estados Unidos, la mayoría de ellos a través de la frontera sur por vía terrestre, según datos del gobierno estadounidense.

En años anteriores, los trabajadores en La Habana habrían estado instalando andamios y pantallas en preparación para el desfile. El domingo, sin embargo, la Plaza de la Revolución lucía desierta. Solo un puñado de autos estaban estacionados allí: un mural del Che Guevara mirándolos a través de la lluvia. Uno de ellos era un Chevrolet convertible negro de 1959.

“Hay poco trabajo porque hay poco turismo, y en realidad no puedes trabajar mucho porque tienes que ahorrar el combustible”, dijo Yosvel Sosa Vargas, de 37 años, quien alquila el Chevrolet y trabaja como chofer de turistas.

Sosa Vargas dijo que no participará en las celebraciones.

“Este año, si no trabajo, no vengo”, dijo.

Emiliano Rodríguez Mega es investigador-reportero del Times radicado en Ciudad de México. Cubre México, Centroamérica y el Caribe. @emiliano_mega


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