Cuando Alexis Mac Allister regresó a su trabajo cotidiano, fue recibido con una ovación de pie, una bandera argentina y un conjunto de cañones colocados estratégicamente para bañarlo con confeti azul, blanco y dorado. Su equipo de la Liga Premier de Inglaterra, el Brighton, incluso se había tomado la molestia de encargar una réplica a escala real del trofeo de la Copa del Mundo para que la levantara.
Pocos de los compañeros de equipo de Mac Allister en la selección argentina que se convirtieron en campeones del mundo hace tres meses experimentaron una bienvenida tan lujosa cuando regresaron a sus clubes, pero la mayoría recibió algún tipo de celebración y un reconocimiento sincero por su logro.
El defensa Lisandro Martínez fue aplaudido al entrar a la cancha del Manchester United. El portero suplente Franco Armani ha recibido al menos una camiseta conmemorativa de sus rivales. El mediocampista Exequiel Palacios pasó parte de su primer día de vuelta en el Bayer Leverkusen firmándoles autógrafos a sus compañeros.
Marcos Acuña, Alejandro Gómez y Gonzalo Montiel —quien marcó el penal que le dio a su país su tercera Copa del Mundo— fueron invitados a participar en una ceremonia de patada inicial antes del primer partido en casa de su club, el Sevilla. Acuña y Montiel aparecieron con sus medallas de oro al cuello. Gómez, vestido con una gabardina negra, llevaba la suya apretada en su puño.
Otros optaron por un enfoque más discreto. Lionel Messi recibió un pasillo de honor en su primer entrenamiento con el Paris Saint-Germain; el club, probablemente mostrando sensatez, quizás concluyó que el público francés no estaría de humor para celebrar la derrota que sufrieron ante Argentina en la final de la Copa del Mundo.
Thiago Almada, quien a sus 21 años es el miembro oficial más joven de la selección argentina, encontró algo similar esperándolo en el Atlanta United. “Le organizamos un túnel y le dediqué unas palabras frente al equipo”, dijo Gonzalo Pineda, entrenador de Atlanta. “Es un logro enorme para él, por supuesto, pero también queremos que mantenga los pies en la tierra”.
Cómo lograrlo es el dilema al que se enfrentan no solo los 19 clubes que estuvieron representados en la victoriosa selección argentina, sino también los propios 26 jugadores (la cifra se eleva a 27 si se incluye a Federico Gomes Gerth, portero del club argentino Tigre que fue convocado a Catar para ayudar en los entrenamientos; el joven de 19 años recibió su propia medalla la semana pasada).
Después de todo, ganar la Copa del Mundo probablemente será el pináculo de cada una de sus carreras. Es un logro que el mediocampista Rodrigo De Paul ha descrito como “la llave a la eternidad”. Son conscientes de que es un triunfo que tal vez no puedan igualar y que, sin duda, no podrán olvidar: Emiliano Martínez, el portero, ha señalado que “la gente no para de decirme que ya conseguí lo más importante en el fútbol”.
Naturalmente, el estado de ánimo de Argentina sigue siendo de celebración. El jueves 23 de marzo, la selección saltó al campo por primera vez desde que ganó la Copa del Mundo en Catar, vistiendo camisetas orgullosamente bordadas con tres estrellas. Al final del amistoso de la selección contra Panamá en Buenos Aires, Messi presentó el trofeo de la Copa del Mundo a la multitud. Fue un momento tan atractivo que alrededor de 1,8 millones de personas —el 4 por ciento de la población del país— solicitaron boletos, los cuales se agotaron en dos horas. “Todavía se vive una locura y se vivirá por mucho tiempo”, dijo De Paul.
Para los jugadores, ese intenso interés ha presentado un desafío importante. Todos los ganadores de la Copa del Mundo de la historia han tenido que volver a la Tierra en algún momento, por supuesto, pero la mayoría no ha tenido que hacerlo tan rápido.
La programación de Catar 2022, en medio de la temporada europea, se tradujo en que la mayoría de los jugadores de la plantilla de Lionel Scaloni fueran convocados de vuelta a la relativa mundanidad del fútbol de clubes en menos de dos semanas.
Habían quedado marcados, de forma figurativa y literal, por lo que habían logrado — Ángel Di María y Emiliano Martínez llevan ahora el trofeo de la Copa del Mundo tatuado en sus piernas; Montiel tiene tres estrellas en el cuello— pero ahora se han visto obligados, casi instantáneamente, a pasar la página del capítulo más glorioso de sus carreras.
“Es la etapa más difícil después de haber conseguido algo tan grande”, le dijo Palacios a Infobae en enero. “Hay que cambiar el chip rápido y seguir entrenando”.
En la mayoría de los casos, los jugadores parecen haber hecho esa transición sin problemas. Quienes trabajan con ellos afirman que las medallas de oro han sido una fuente de inspiración más que una ficha de satisfacción. “Se mueve con mayor confianza”, dijo Evan Ferguson, compañero de equipo de Mac Allister en Brighton, sobre el mediocampista de 24 años. “Pero sigue con los pies en la tierra. Sigue dándolo todo en los entrenamientos. No se siente superior a nosotros ahora”.
Sin embargo, eso no significa que despertarse cada mañana como campeón del mundo no tenga algún impacto. Xabi Alonso, campeón del mundo con España en 2010 y en la actualidad entrenador de Palacios en el Leverkusen, ha notado que el joven de 24 años tiene un poco más de “confianza en lo que ha logrado” en su carrera desde que regresó de Catar. “Ser parte de esa victoria histórica, la forma en que jugó el equipo y el hecho de que él fuera parte de eso lo ha ayudado enormemente”, dijo Alonso.
Mientras tanto, Pineda se ha dado cuenta de que Almada —quien todavía tiene solo 21 años y está entrando en su segundo año en la Major League Soccer— es “un poco más expresivo” en las reuniones del equipo y en el campo de lo que era antes de la Copa del Mundo. “Sigue siendo el mismo chico profesional, maduro para su edad, pero cuando compartes vestuario con Messi antes de una final de la Copa del Mundo, vas a aprender un poco sobre qué decir y cuándo decirlo”, dijo Pineda.
El Atlanta no ha visto ninguna señal de que Almada esté preparado para dormirse en sus laureles, aunque la celebración relativamente tímida organizada para su regreso indica que el club estaba consciente del riesgo. “Su objetivo siempre ha sido ser un jugador importante en un equipo en Europa”, afirmó Pineda. “Quiere triunfar allí, ser titular en la selección y estar al máximo nivel. Es joven y tiene mucho talento, pero todavía tienen un par de cosas más que demostrar”.
Ganar la Copa del Mundo antes de cumplir los 22 años, en lo que respecta al club, no ha cambiado nada de eso. Al comienzo de esta temporada, el Atlanta le proporcionó a cada miembro de su plantilla un plan de desarrollo individual, una forma de monitorear el crecimiento de cada jugador, que les recuerde dónde están y a dónde quieren llegar.
El de Almada no se ha actualizado para reflejar el hecho de que ya levantó la Copa del Mundo, completó su sueño más grande y obtuvo su llave para la eternidad. Almada, al igual que sus compañeros de equipo en esa selección argentina, quizás nunca puedan igualar lo que lograron en Catar. Pero eso no significa que no deban intentarlo.
Tariq Panja colaboró con este reportaje desde Brighton, Inglaterra.
Rory Smith es el corresponsal principal de fútbol, con sede en el Reino Unido. Cubre todos los aspectos del fútbol europeo y ha reportado tres Copas Mundiales, los Juegos Olímpicos y numerosos torneos europeos. @RorySmith