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El primer cliente de Pegasus

La historia de origen del programa espía, sobrevivientes de Uvalde y más para el fin de semana.


Quizás el nombre te resulte familiar: Pegasus. Se trata de la herramienta de espionaje más poderosa del mundo. Y ahora conocemos su historia de origen.

No solo eso: también conocemos el relato de cómo el ejército mexicano se convirtió en su cliente y en el usuario más prolífico del programa malicioso hasta la fecha.

Pegasus, capaz de infiltrarse en teléfonos celulares, ha sido utilizado para capturar a delincuentes de alto perfil. Pero también, según informes periodísticos y forenses, se ha usado para vigilar a periodistas, opositores del gobierno y defensores de los derechos humanos.

Le pedí a Natalie, jefa de corresponsalía del Times para México, Centroamérica y el Caribe, que nos contara más de su reportaje.

P: ¿Por qué Pegasus es tan efectivo y poderoso en labores de espionaje?

N: Es un programa espía que permite infiltrar subrepticiamente los celulares sin pedir que se le haga clic a ningún tipo de enlace malicioso. Una vez que entra a un dispositivo es capaz de extraer absolutamente todo de ahí: fotos, contactos, conversaciones. Es capaz de escuchar las llamadas y, aunque parezca que el teléfono esté apagado, puede estar escuchándote mientras hablas con alguien en persona. También puede verte por la cámara. Es decir, convierte tu teléfono en un micrófono oculto en movimiento que está siempre contigo. Básicamente es una entrada sin restricciones a tu vida digital. En México, nos explicaron las fuentes, era necesario rastrear y localizar a los criminales en tiempo real para detenerlos.

P: Pero, según su investigación, el gobierno no solo la ha utilizado para vigilar a delincuentes.

N: Según análisis hechos por Citizen Lab, un instituto de investigación con sede en Toronto, se ha usado también contra personas que no son criminales, gente que cuestiona al Estado. Es el caso de dos de los defensores de los derechos humanos más prominentes de México, quienes trabajan para el Centro Prodh y defienden a víctimas del caso Ayotzinapa.

P: El reportaje inicia casi como una novela de espías: hay un club de estriptís de Ciudad de México en donde se encuentran un general del ejército mexicano y ejecutivos israelíes. Ahí, dice la nota, se gestó el uso de una de las armas cibernéticas más poderosas del mundo. ¿Cómo comenzaron a trabajar en esta historia?

N: Hemos trabajado intensamente en esto, con recursos en al menos tres países, en colaboración con mi colega Ronen en Israel, donde se fabrica esta tecnología y desde donde se exporta. Desde hace mucho hemos sabido de Pegasus, sobre cómo su uso se ha extendido en el mundo, sabemos que se ha empleado para hackear teléfonos de criminales, pero también que se ha utilizado ilegalmente una y otra vez contra civiles sin que haya rendición de cuentas.

La novedad en este reportaje es que hemos conseguido detalles de intercambios y negociaciones secretas, sobre cómo se firmó aquí, en México, el primer contrato del mundo para comprar la herramienta por parte del ejército, en circunstancias poco transparentes que hasta ahora se desconocían.

P: ¿Hace cuánto se utiliza Pegasus en México?

N: Desde hace tres sexenios: desde 2011, durante el gobierno de Felipe Calderón, del Partido Acción Nacional, pasando por el de Enrique Peña Nieto, del Partido Revolucionario Institucional, hasta el actual mandato, de Andrés Manuel López Obrador, de Morena.

P: ¿Cuáles fueron las conclusiones más relevantes de las pruebas forenses de Citizen Lab?

N: Que esta no es una historia del pasado: este gobierno también está usando Pegasus, a pesar de que el presidente López Obrador ha prometido detener esas prácticas de espionaje. Según los análisis de Citizen Lab, el programa se usó en México en varios momentos de junio a septiembre del año pasado contra los dos defensores del Centro Prodh.

P: ¿Qué va a pasar?

N: El presidente ha insistido en que durante su gobierno no se espía a los ciudadanos. Pero según nuestro reporteo, Pegasus sigue siendo operado por el ejército mexicano. Está por verse qué sucede ahora.


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En el desierto de Atacama, en Chile, es posible sentir que rozamos las estrellas con nuestra cabellera. Eso escribió esta semana Dennis Overbye, reportero de la sección Ciencia especializado en astronomía.

Overbye reporta que el desierto chileno se ha convertido en un imán para algunos de los telescopios más potentes de la Tierra, que se ubican a lo largo de unos 1300 kilómetros en una franja ideal para observar el universo. Con espectaculares fotografías de Marcos Zegers.

Elda Cantú y Sabrina Duque produjeron y editaron este boletín.


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