Sin embargo, mientras más trataba con Tesla como periodista —antes de que Musk despidiera a todo el personal de relaciones públicas que trabajaba ahí—, más escéptico me volvía. Cada vez que hablaba con alguien de Tesla, tenía la sensación de que les aterrorizaba decir algo equivocado o, incluso, decir cualquier cosa. Quería saber los caballos de fuerza del Model 3 que conducía y el resultado fue algo parecido a una de esas conversaciones con rodeos entre miembros de la mafia en las que nada se dice de manera explícita, en caso de que los agentes estén escuchando. Acabé diciendo: “Bueno, ya leí que este coche tiene 271 caballos”. Y la persona de Tesla respondió: “No estaría en desacuerdo con eso”. Así no es como las empresas sanas y funcionales responden a simples preguntas sobre datos factuales.
Eso fue en 2017. En los años que han pasado desde entonces, Tesla se ha vuelto incluso más irritable, mientras que su competencia se ha relajado. La percepción pública todavía no se ha puesto al día con la realidad de la situación. Si quieres trabajar para una empresa flexible y moderna, no solicites empleo en Tesla. Trabaja en Ford y sus 120 años de historia.
La fachada de irreverencia de Tesla oculta un núcleo inflexible, una autocracia corporativa a la antigua. Piensa en la política de trabajo a distancia de Tesla o en la falta de ella. El año pasado, Musk emitió un decreto según el cual los empleados de Tesla debían registrar 40 horas semanales en una oficina —y no en casa— si querían conservar su empleo. La pregunta “¿Se puede trabajar a distancia en Tesla?” planteada en Indeed.com incluye respuestas como “No”, “Por supuesto que no, no lo permitirán bajo ninguna circunstancia” y “No, Tesla te hará trabajar hasta que lo pierdas todo”.
Pero, por otro lado, los autos hacen ruidos de pedos. ¡Qué empresa más alocada y despreocupada!
Mientras tanto, las reglas de Ford para el trabajo desde casa para los empleados de oficina suenan como tomadas de Silicon Valley, pues la política corporativa oficial es que no existe una política corporativa oficial: depende de los jefes de cada unidad exigir o no la colaboración en persona, según dicte la situación. Hay nuevos “centros de colaboración” en vez de granjas de cubículos y como remate cuentan con servicio de comidas y conserjes. No es la realidad de la vida laboral diaria de todos los empleados de Ford —no es que se pueda ensamblar una F-150 desde casa—, pero es un intento por ofrecer cierta flexibilidad a la mayor cantidad posible de personas.
Ford también tiende a cumplir sus promesas, un área cada vez más tensa para Tesla. Ford anunció que iba a ofrecer un sistema de asistencia al conductor manos libres y ahora lo hace, con BlueCruise; puedes quitar las manos del volante cuando está activado en tramos de autopista previamente trazados. El sistema Full Self-Driving (“conducción autónoma total”) de Tesla no es manos libres en ninguna situación, a pesar de su nombre, y Tesla les cobra 15.000 dólares a los clientes por la función con la promesa de que algún día dará el inmenso salto a la conducción autónoma total.